viernes, 23 de julio de 2010

EL SANTUARIO

“Hasta las tres mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado” (Dan 8:14).
Se demostró que esos días proféticos termino en el año 1844. De allí la conclusión de que Jesús volverá a la tierra en 1844, pero el tiempo señalado llego y el señor no apareció.
El santuario terrenal fue construido por Moisés por orden de Dios, “símbolo para tiempo presente, según la cual se presenta ofrendas y sacrificios”. Sus dos lugares santos eran figuras de las cosas celestiales, que Cristo nuestro gran sumo sacerdote, es “ministro del santuario y de aquel verdadero tabernáculo el Señor, y no el hombre”. “No entro Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, si no en le cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ente Dios” (heb. 9:9,23; 8:2; 9:24).
El santuario que está en cielo, lo cual lo oficia Jesús en nuestro favor, es el gran original, del cual el santuario construido por moisés era una copia. Así como el santuario terrenal tenía dos compartimientos, el lugar santo y el lugar santísimo, también hay dos lugares santos en el santuario celestial.
En santa visión que le permitió a Juan entrar al los cielos, y allí vio el candelabro y el altar del incienso, “y el templo de Dios fue abierto” y el vio “el arca de su pacto” (Apo. 4:5; 3:8; 11:19?).
“Hasta 2.300 tardes y mañanas; luego en santuario será purificado”. ¿Cómo podía necesitar purificación el santuario celestial? Al volver a las escrituras, los estudiosos de la profecía descubrieron que esa purificación no se refería a impurezas materiales, pues se le debía hacer con sangre, y por consiguiente debía ser una purificación del pecado.
“Pues fue necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así [con sangres de animales] pero las cosas celestiales misma, con mejores sacrificio que estos [la misma preciosa sangre de Cristo] (Heb. 9: 23).
Así como los pecados del mundo eran transferidos antiguamente, en forma figurada, el santuario terrenal, por medio de la sangre de la ofrenda por el pecado, así nuestros pecados son de hecho, transferidos al santuario celestial por medio de la sangre de Cristo. Por medio del arrepentimiento del pecado y la fe en Cristo, están en condiciones de recibir los beneficios de su expiación. Esa obra debe realizarse antes de la venida de Cristo para redimir a su pueblo porque cuando le venga traerá su galardón con el “para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apoc. 22:12).
En 1844 Cristo había entrado en el lugar santísimo del santuario celestial, a la presencia de Dios, para realizar la obra final de expiación, preparatoria para su venida.

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